Los próximos 6 y 7 de julio tendrá lugar en Sitges el 27º Forum del Auditor Profesional, organizado por el Col.legi de Censors Jurats de Comptes de Catalunya. Bajo el lema “Integridad y Transparencia en Tiempos Digitales”, reflexionaremos sobre nuestro papel como auditores en el futuro que se avecina.
La tecnología tiene un impacto extraordinario en nuestra actividad cotidiana, y desde luego en el entorno de trabajo del auditor, tanto por la metodología a aplicar en la realización de nuestro trabajo, como en sus relaciones con clientes y empleados. Nuestra visibilidad en el mercado, nuestra propia organización interna, la comunicación, y muchos otros aspectos de nuestra actividad dependen de la tecnología.
Reflexionemos sobre algunos aspectos vinculados con el enfoque del trabajo. Los sistemas relacionados con las tecnologías de información son cada vez más nucleares en el registro de las operaciones económicas de nuestros clientes. Por una parte, la confianza respecto de los estados financieros depende de forma esencial de la seguridad que nos ofrezcan sus sistemas tecnológicos, en cuando a la integridad y corrección de los datos. El control interno en cualquier organización mediana supone la confianza en sus sistemas TIC. La fragilidad o robustez de los procedimientos establecidos serán esenciales para que los datos económicos y financieros obtenidos sean fiables.
El desarrollo de las aplicaciones en Cloud -que permiten el acceso desde cualquier ubicación- hace que las actualizaciones de datos contables se puedan hacer al momento y desde lugares remotos. Nuevamente, el análisis detallado de la solidez de los sistemas, procesos y seguridad de las comunicaciones será esencial para nuestro trabajo.
Adicionalmente, los sistemas nos permiten el acceso a una cantidad ingente de datos. Mediante el uso de Data Analytics -herramientas de análisis de datos- esto nos facilita detectar anomalías -tanto en tiempo como en volumen- que pueden requerir un análisis más detallado. Por ejemplo, transacciones inusuales como abonos reiterados a un mismo cliente o de un mismo producto, ajustes o periodíficaciones excepcionales en unas fechas concretas, etc. Todo esto nos permite focalizar nuestro esfuerzo en los riesgos potenciales de incorrecciones.
Cuando nuestro trabajo se basa en el análisis de los riesgos significativos, y en la confianza de los sistemas de control interno, ¿tendrá sentido la auditoría anual, tal como hoy la concebimos? Desde luego sigue teniendo todo el sentido nuestro papel como auditores, en tanto que expertos independientes que contrastan los criterios aplicados en el reflejo de las operaciones financieras complejas, para determinar, si en nuestra opinión, las cuentas reflejan la imagen fiel.
Y para analizar y poner de relieve -desde nuestra ética e independencia- los principales riesgos que tiene la empresa que auditamos, cuál es su respuesta ante los mismos y cuál es nuestra opinión respecto de dicha respuesta. Pero tiene mucho menos sentido que nuestra opinión se exprese en un único informe anual, reflejando situaciones del pasado, unos cuantos meses después del cierre del ejercicio.
Los operadores del mercado requieren una información periódica más dinámica y amplia, incluyendo la financiera y no financiera. Si disponemos del acceso a datos en tiempo real, y los sistemas de control interno nos ofrecen garantías, tan solo hemos de evaluar si los criterios aplicados a las situaciones anómalas o nuevas, son los adecuados de acuerdo con el marco de información financiera aplicable. La información trimestral exigida por los mercados de valores es un indicador de la tendencia de lo que el mercado puede apreciar.
¿Y qué decir de nuestro entorno de trabajo? Los valores de nuestra sociedad, y especialmente de los más jóvenes, están cambiando. Las jornadas interminables, características de la auditoría, son difícilmente aceptadas por largo tiempo por las nuevas generaciones. Esto puede hacer que nuestra profesión no sea atractiva, más allá de una etapa formativa en la que se reconoce el indudable valor de la experiencia en una firma auditoria. Creo sinceramente que tenemos el grave riesgo de perder los mayores talentos.
Y, o bien tenemos equipos más preparados que nuestros clientes, o poco valor vamos a poder ofrecerles. La tecnología nos puede ayudar en esa tesitura. Un análisis permanente respecto de las operaciones realizadas, los riesgos de la empresa y la integridad y corrección de sus procedimientos de registro y reporting permite que el trabajo se distribuya de forma más homogénea en el tiempo.
Y desde luego la tecnología nos permite también el trabajo remoto y el acceso de nuestros equipos humanos a los sistemas desde su casa o cualquier otro lugar, algo que encaja mucho más con los valores con los que se identifican los más jóvenes.
Sin lugar a dudas, una firma auditora tecnológicamente avanzada será más atractiva para los jóvenes talentos que una con un enfoque más tradicional. Las nuevas generaciones son nativos digitales y detectan con facilidad cuando una firma está orientada al futuro -y por tanto sintoniza con sus perspectivas de desarrollo profesional-, o considera que está obsoleta y por tanto alejada de lo que consideran serán oportunidades para el mañana.
Prepararse para los cambios es esencial para seguir respondiendo al interés social de nuestra profesión. Por eso, distintas organizaciones como nuestras corporaciones profesionales o IFAC, a través del comité de pequeñas y medianas firmas, son sensibles a la necesidad de apoyar a los profesionales a reflexionar sobre estos temas. En el próximo 27º Forum del Auditor profesional, tendremos ocasión de compartir puntos de vista y experiencias en estas materias.
Antoni Gómez es vicepresidente Vicepresidente 1º del Col·legi de Censors Jurats de Comptes de Catalunya.